En el incomparable marco de la Colegiata Santa María la Mayor de Caspe, el pasado sábado 5 de junio, un centenar largo de afortunados tuvimos la dicha de disfrutar de un magnífico concierto que sitúa, sin lugar a dudas, a la Ciudad del Compromiso dentro de ese ramillete de grandes ciudades donde se ofrecen los mejores espectáculos.
La maestría de la soprano María Sala, del barítono Alejandro Escuer, de Ana Belén Estaje al violín y del violonchelista Pablo Bareta, bajo la magistral dirección de José María Berdejo al órgano, elevaron su interpretación a nivel de arte.
El concierto se hizo en homenaje a tantos amigos, familiares y conocidos que, a causa de la maldita pandemia, ya nunca más estarán físicamente entre nosotros. Por eso una parte del repertorio reflejaba, y así lo sentimos todos, el dolor por esas ausencias. Pero como la vida ha de seguir, también hubo espacio compatible para la expresión de alegría al sentir que se acerca, se vislumbra, el final de la maldición COVID, la vuelta a la normalidad.
En algún sitio alguien nos habló de esas jóvenes promesas que acompañaban al gran José María Berdejo. El calificativo de jóvenes es evidente. Lo de promesas, sin duda, queda muy atrás. Son grandes entre los grandes. Sea nuestra felicitación para ellos.
Nuestro agradecimiento a la Comarca Bajo Aragón Caspe/Baix Aragó Casp, sin cuyo soporte se habría dificultado mucho la realización de este concierto.
A señalar y valorar muy positivamente la extraordinaria asistencia en representación de los pueblos de la comarca.