Ángel Plou
Me considero caspolino “por derecho de compromiso”. Llegue a Caspe un día que llovía y deje Caspe otro día que también descargaban las nubes... Tengo muchos y buenos recuerdos de esa Ciudad y entre ellos están las veces que acompañé a Don Mauricio, los días de tormenta para “espantar” las nubes, desde las tapias del Castillo, aquellos domingos de trabajo para construir la Iglesia de Zaragoceta. Me unen muchas cosas. Trabajé mucho en aquella antigua oficina de la Caja de Ahorros...
Me casé con una darocense que se convirtió en Caspolina y tuvimos nuestra primera hija. Mi hermana se casó con un caspolino y mi hermano con una caspolina. Hice grandes amigos y son recuerdos que no han desaparecido. Bautizamos a nuestra hija en Caspe y fueron su padrinos la familia Callao, que nos acogieron como hijos. En muchas ocasiones me he quejado de la poca atención que se había prestado a la Iglesia. Menos mal que de vez en cuando aparece algún Miguel Caballú que es capaz de mover a gran número de caspolinos y “agregados” y conseguir que las notas musicales hagan olvidar los malos tiempos pasados.
Enhorabuena para todos los colaboradores de esta magnifica mejora para la Iglesia y que todos
los caspolinos podáis disfrutarla.