Desde 1998 lleva cerrada al culto, por obras, una de las primeras colegiatas de España. La suerte, el destino, la curiosidad, la Providencia y el GPS han unido sus fuerzas para que, casualmente, pasemos por allí justamente el día en que está abierta, con motivo de los ensayos previos a la celebración del VII Centenario del Fuero de Briviesca.
Asomamos la cabecica, algo temerosos de importunar, pero el párroco sale a nuestro encuentro y, tras comentarle que somos de Zaragoza y estamos de paso, empieza a explicarnos, con verdadero entusiasmo, las características constructivas del templo, sus joyas más veneradas (impresionante el retablo de madera de nogal en el que se rinde culto a Santa Casilda), los trabajos recientemente acometidos, etc.
La vista se nos va, ineludiblemente, al espectacular órgano de tubos, situado a los pies del templo, frente al espectacular retablo mayor barroco. Es un órgano enorme, sustentado en una deliciosa sillería de madera que, por ello, nos recuerda mucho al de Caspe, tal y como lo fotografió Salvany allá por el 1918. Lamentablemente no está en uso y precisa restauración; pero no dudamos de que en nuestra próxima visita ya alegrará nuestros oídos.
Marfi
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