El órgano de tubos es de
las piezas más destacables que se encuentran en la Iglesia de los Santos
Mártires de Marrakech. Sencilla, casi humilde, sobria, con escasas figuras,
acorde con la religión islámica, esta parroquia se construyó en 1928 bajo el
protectorado francés, gracias a la autorización de los monarcas alauitas a la
libertad de culto. Desde entonces es tutelada por la orden Franciscana en
Francia.
Vista exterior |
El órgano, situado encima del soportal de la puerta principal, preside muy discretamente la iglesia, pero destaca por si solo por su estética de estilo étnico y su decoración de colores vivos, lo que lo convierte en una pieza moderna y singular.
Nave central y órgano |
De construcción europea, este original instrumento fue
generosamente donado por la francesa Denise
Masson en 1960, “la Dama de Marrakech”, brillante islamóloga,
erudita y gran músico, especialmente conocida por su labor humanitaria
en Marruecos y por ser la autora de la traducción al francés más leída del Corán.
Durante 15 años, Denise fue la organista titular.
Al fallecer, el órgano
permaneció en silencio durante 30 años hasta que en 2002, un grupo de amigos feligreses
y músicos, decidieron crear la asociación de “Los amigos del órgano de Marrakech”, fijándose como principal
objetivo reactivar el funcionamiento del instrumento y obtener fondos
necesarios para su mantenimiento. La asociación recuperó el acompañamiento de misas y ceremonias
privadas con música de órgano, y sigue organizando conciertos, recitales y proyectos
que han aumentado el interés musical y cultural de Marrakech, una ciudad que
recibe 3 millones de turistas al año.
En plena actuación |
El órgano sigue
funcionando pese a que sufre averías y un inevitable desgaste desde hace años (principalmente
debido al clima), por lo que la asociación se propuso comprar un órgano
electrónico para asegurar la continuidad musical, a la espera de recuperar más
financiación para renovar el órgano de tubos. Para ello, al igual que en Caspe,
se organizó una campaña de movilización para conseguir donaciones y fondos. Por
desgracia no se llegó a reunir la cantidad necesaria y se abandonó el proyecto.
En la actualidad, la asociación sigue trabajando de forma entusiasta
buscando posibles restauradores (entre ellos, un restaurador español) y organizando actividades varias. Una ilusión
que se ve potenciada por la activa participación del Coro de jóvenes estudiantes universitarios subsaharianos que son desde
hace años el alma y el corazón de esta iglesia.
Eva Ricart Tapia
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